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Descripción

Este capítulo presenta las ideas fundamentales de la gestión de riesgos de seguridad para la acción humanitaria. Estas incluyen los conceptos básicos de amenaza y riesgo, deber de cuidado y umbrales de riesgo, y su relación con la criticidad del programa. El capítulo también describe los principios fundamentales de la acción humanitaria y su relación con la seguridad, así como las buenas prácticas para crear una cultura de seguridad organizacional.

Resumen del capítulo

La acción humanitaria, que a menudo se desarrolla en condiciones de inestabilidad, conflicto y crisis, conlleva inevitablemente riesgos de seguridad. Si bien los riesgos nunca pueden eliminarse por completo, su gestión eficaz puede marcar la diferencia entre que las personas reciban ayuda vital o no. Por lo tanto, en el contexto humanitario, la gestión de riesgos de seguridad está, en última instancia, al servicio de los objetivos humanitarios; evitar daños y pérdidas es un medio, no un fin en sí mismo.

El riesgo de seguridad se refiere al potencial de daño: la probabilidad de que ocurra algo dañino (amenaza) y la magnitud de dicho daño si ocurre (vulnerabilidad). La gestión de riesgos de seguridad es un sistema organizacional para identificar, evaluar y prepararse ante riesgos, con el fin de prevenir incidentes de seguridad y minimizar su impacto, respondiendo eficazmente.

La obligación de una organización con la seguridad, la protección y el bienestar de las personas que realizan su trabajo está vinculada al concepto de «deber de cuidado», que tiene importantes implicaciones legales y morales para las organizaciones de ayuda humanitaria. Si bien no existe un conjunto único y estándar de acciones que defina una política de deber de cuidado, existen elementos comunes de buenas prácticas, como la evaluación de riesgos, la implementación de medidas de mitigación de riesgos, la información al personal sobre los riesgos y las medidas, y la respuesta a los incidentes cuando ocurren.

Participar en iniciativas de respuesta humanitaria requiere la disposición a asumir ciertos riesgos. El apetito de riesgo de una organización se determinará en función de sus objetivos estratégicos, misión y cultura, y se traduce en una comprensión compartida del nivel de riesgo adecuado para alcanzar sus metas. Establecer el umbral de riesgo aceptable como una decisión explícita y transparente puede ayudar a regir todas las demás decisiones de gestión sobre qué hacer ante un riesgo. Tener claro qué eventos desencadenantes o “líneas rojas” indican que se supera un nivel de riesgo aceptable puede ayudar a determinar cuándo la seguridad se ha deteriorado significativamente y si las actividades del programa justifican claramente el mayor riesgo.

Esto introduce otro concepto clave en la gestión de riesgos de seguridad: la criticidad del programa. Cuanto más crítico o crucial sea el programa, mayor será el riesgo que una organización esté dispuesta a asumir para mantenerlo. Este es un ejemplo de cómo la gestión de riesgos de seguridad en las operaciones humanitarias difiere de la de otros sectores, y de por qué las organizaciones humanitarias a menudo operan en zonas donde otras no lo hacen.

Finalmente, construir una cultura de seguridad positiva es un aspecto fundamental de la gestión de riesgos de seguridad. Para fomentar dicha cultura, las organizaciones deben tratar la seguridad como una responsabilidad compartida, no como un tema delicado restringido a las discusiones gerenciales. Tener una cultura de seguridad positiva significa que todo el personal considera los riesgos y las implicaciones de seguridad en su trabajo porque comprende su importancia y es respetado por ello.

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1.2Enfoque centrado en la persona